lunes, 6 de mayo de 2013

EL PERRO DE GOYA

22 comentarios:

Unknown dijo...

Era un día soleado de julio y en dos días la familia Pérez se iba de vacaciones a la playa, pero tenían un inconveniente, su perro .No tenían con quien dejarlo y Miguel, el padre, pensó que de camino a la playa lo abandonarían en un pueblo y que alguien lo encontraría y lo acogería.
Llegó la noche y todos se pusieron ha hacer las maletas.Cuando acabaron se fueron a la cama,todos menos Amalia , la madre, que saco a pasear al perro.No podía dejar de pensar en lo que iba a pasar al día siguiente.Cuando llegó a casa se metió en la cama y no tardó en dormirse.
Ya eran lla seis y media de la mañana, cargaron las maletas en el coche y partieron hacia la playa.Todos se quedaron dormidos menos Miguel que conducia y a medio camino lo abandonó en la cuneta de la carretera al lado de un pueblo.El perro no sabía que hacer se sentia desconcertado y caminó largo tiempo hasta llegar al pueblo.Cuando llegó no había nadie por la calle y estuvo paseando hasta que vio un edificio viejo y abandonado.Entró al edificio sin saber que unas horas después se arrepentiría.Llegó la noche y con el estómago vacio salió del edificio a buscar comida.Buscó en la basura y encontró las sobras de un filete, se lo llevó al edifio y tranquilo se lo comió.Se quedó medio dormido, hacía mucho viento y una rafaga muy fuerte de aire tiró el edificio.El perrio quedó aplastado entre los escombros y horas mas tarde murió.
MARTA SAAVEDRA HERRANZ N*18

El club de las soñadoras - GCFF dijo...

EL PERRO DE GOYA

Había una vez un matrimonio que iba a tener pronto una niña a la que llamarían Clara. Estaban muy ilusionados por ello, y quisieron preparar todo para cuando llegara el día que tanto esperaban. Le compraron una cuna, varios juguetes y adecuaron la habitación en la que dormiría.
Al fin, una semana más tarde, la madre se puso de parto y dio a luz, contentos al darle el alta a la mujer se dirigieron a casa, había sido un día largo pero intenso, por la emoción que supuso la venida de la pequeña Clara.
A la mañana siguiente el padre salió a comprar comida al supermercado y pasó por delante de una tienda de mascotas, fijándose en un perro que había que por su aspecto parecía recién nacido y no pudo resistirse a comprarlo. En casa decidieron llamarle Toby.
Al cabo de cinco años la niña crecía, jugaba con Toby todo el tiempo y este a su vez se sentía muy querido, aquí comenzó una relación entre ellos que más tarde les haría inseparables.
Dado que el padre era policía, preparó al perro para que protegiera a Clara por si alguna vez esta requería su ayuda.
Tres años después, la chica era un poco más mayor, y por las tardes sacaba a pasear siempre a su perro, y antes de regresar a casa jugaba con él en un parque cercano, nunca había habido un perro más fiel con su dueña.
Tras el paso de un mes, una avalancha de barro y escombros inundó todo el pueblo donde vivían Clara y su familia. El perro salió de debajo de la tierra solo asomando la cabeza y con las patas semihundidas en el barro, pero este sabía que tenía que rescatar a su dueña por encima de todo. Así que comenzó a olfatear y encontró a Clara atrapada bajo los escombros, este utilizó las técnicas aprendidas durante todos estos años y la salvó. Ahora juntos fueron a socorrer a sus padres que habían quedado atrapados también y rescataron a alguna gente del pueblo…
Todo el pueblo se rindió a este fiel perro que les había ayudado a salvarse y decidieron colocar una estatua en la plaza como reconocimiento a este.
Desde entonces Toby se convirtió en un emblema representativo del pueblo y por este motivo mucha gente de ciudades cercanas acudía a fotografiarse con la estatua.

NOMBRE: Sandra Muñiz Fernández
CURSO: 3º E.S.O B
Nº DE LISTA: 14

Anónimo dijo...

EL ENIGMA DE SANDIA

Cuenta la leyenda que una niña escucho decir que la felicidad era un tesoro, a partir de aquel instante comenzó a buscarla de manera incesante, como un gran reto y empeño por descifrar su código.
Sandy, que así es como la conocían entre sus amistades y familiares, era una niña muy sabia y cercana a la gente, le gustaba escuchar las opiniones de los demás.
Sandy, había vivido en un pequeño pueblo durante toda su vida, pero justo, al cumplir los diez, su familia se trasladó a la gran ciudad, vivía con su padre y su perro Voltereta, fiel acompañante, que a lo largo de su vida había ayudado con su intuición de sabueso a hallar la solución de los misterios que tanto le preocupaban e interesaban a Sandy.
Voltereta, el inseparable amigo y compañero de Sandy, era un mastín, de gran tamaño, potente y robusto, ágil a su vez, cuerpo negro y pelaje tupido y liso, era curioso y juguetón, trepaba y saltaba por todos los lados, le gustaba perseguir a las aves y a las mariposas y deshojar las rosas del jardín, muy astuto y noble y de gran inteligencia, pero con lo que más disfrutaba era con la compañía de Sandy, no dudaba en dar su vida por proteger la de sus amos. Entre ellos se comunicaban y se hablaban, era un gran parlanchín, se expresaba a través de sus ladridos, con lo que daba la impresión de que se entendían perfectamente entre los dos.
Era una noche fría, de tormenta, lluvia y relámpagos, esa noche estaban solos Sandy y Voltereta, su padre tenía que trabajar en el museo, como vigilante de obras de arte, motivo por el que se tuvieron que trasladar a la ciudad, como todas las noches Sandy le gustaba leer, en su mesilla, nunca faltaban libros de aventuras, intriga y misterio, curioseando por la librería de su padre, que también era un gran lector y conocedor de cuadros, encontró un libro de pinturas de arte que por su aspecto, algo deteriorado, debía ser muy antiguo. Sandy se dio cuenta que no era un libro cualquiera, sino que era un libro especial y que dentro de sus páginas parecía guardar un gran secreto: ¿Sería su tesoro?
En la portada de aquel libro, aparecía un cuadro que le dejo impactada como de un sueño se tratara, representaba la cabeza de un perro atrapado en la arena, con una expresión atenta y asustada por algo desconocido, observando la nada, como si temiera por algo, más de las dos terceras partes del cuadro a su vez estaban vacías, el horizonte con una línea diagonal y la separación de la tierra y el cielo parecían muy confusas.
A Sandy le pareció aquel retrato tenebroso, sorprendida por el aspecto de aquel pobre perro que despertaba en ella emociones y a su vez tristeza.


Miró fijamente el cuadro y en la esquina aparecía la firma del autor Goya, pintor famoso en todo el mundo por sus fantásticos cuadros.
El perro que aparecía le resultaba familiar, pero en ese instante, no recordaba donde podía haberlo visto.
Sandy se puso sus gafas, llamo a Voltereta, cuando de repente miro el retrato y a su perro, dándose cuenta que eran de un parecido exacto, de la misma raza, robusto y pelaje negro, asombrosamente iguales.
Con el libro en la mano Sandy empezó a leer las primeras páginas, de repente se dio cuenta que se trataba de un libro muy viejo, escrito por un historiador español, dónde había descrito minuciosamente los pasos que debía seguir el lector para lograr conocer la historia del extraño cuadro.
Sandy y Voltereta estuvieron toda la noche leyendo aquel misterioso libro y descifrando acertijos que iban encontrando según avanzaban. Antes del amanecer, lo habían terminado, pero no había conseguido encontrar la respuesta que le conducirían resolver el caso. Pero de repente, en la última página del libro, encontró una frase incompleta que era la clave que faltaba para resolver, reflexionó sobre todo lo leído, hasta encontrar la respuesta, cogió un boli de la mesilla y completó la frase del libro.
Esther López Gualda 3ESO B Nº10

Anónimo dijo...

Repentinamente, un gran estruendo golpeó a Sandy y Voltereta, el libro empezó a temblar y de su interior surgieron rayos de luz muy potentes que iluminaron la habitación, trasladándoles a un laberinto, dejándoles justo delante de una puerta sin cerradura pero con un hueco en forma de libro.
Sandy, estaba desconcertada, parecía estar en un sueño y viviendo la historia que narraba el historiador español, pero era real, Voltereta con su gran habilidad e intuición, cogió el libro por la boca y lo colocó en el hueco de la puerta y tras unos instantes, la puerta se abrió dando paso a una habitación llena de cuadros del famoso pintor Goya, cuadros desconocidos por la humanidad hasta entonces, Sandy sintió una gran alegría por el hallazgo, empezaba a entender que aquel tesoro solo tenía un significado, el de la felicidad.
El mensaje, que el historiador español, había dejado, era muy claro, sólo quería que aquellos cuadros estuvieran en manos de personas sensatas y capaces de valorar su valor.
De repente visualizando todas aquellas maravillosas pinturas encontró el cuadro de la portada del libro enigmático, lo cogió y por detrás había una anotación escrita, en la que ponía el origen del cuadro, databa de 1819, año en el que el padre de Voltereta, según su familia, se perdió en el campo y nunca más se supo de él, cayeron en la conclusión, que el perro del cuadro, era el padre de Voltereta.

Sandy y Voltereta, volvieron a la ciudad con todos los cuadros entregándoles al museo de arte que trabaja su padre, para que lo custodiaran y pudieran enseñar al resto de personas su gran valor histórico, de tal manera que pudiesen admirarlos y conocer el sentido de la felicidad.
Se les recompenso por el hallazgo de estas obras de arte, con el cuadro del Perro semihundido, con el fin de seguir investigando el significado de su existencia.
Esther López Gualda 3 ESO B Nº10

Unknown dijo...

El perro de Goya

Ahí se encontraba el pequeño perro, estupefacto, intentando escapar de la inerte roca producida por los escombros de una fatídica guerra entre dos países, que piensan que los dos tienen razón en un sin fin de cuestiones que creen que les hacen diferentes, pero en verdad son los dos iguales, igual de cabezotas. Y todo eso es culpa de los políticos y dictadores, que aparte de meterlos en ese lío, no pagan ellos los platos rotos sino el pueblo llano.
El perro consigue escapar, pero solo de esa prisión de piedra caliza, no metafóricamente hablando, ya que, a él le encantaría ser como los pájaros que ve por las mañanas, al alba, y poder volar y cantar con silbidos y gorgoritos, esta trágica historia, que todos esperamos que acabe pronto y junto con esa paz venga el silencio. Esta guerra viene producida, como no, por las creencias de las personas, que tendría que servir para unir a la gente y no enzarzarla en una incontrolable guerra en la cual nunca habrá ningún ganador o vencedor, sino “hijos del Señor” desamparados y sin auxilio debido a su triste cabezonería y ego.
Goya, refleja en este cuadro (a mi entender) como nos podemos destruir unos a otros, hermanos de distinta sangre y familia pero de misma raza (no la negra, ni la blanca, u oriental sino…) la HUMANA.


Miguel Ángel Herranz Marcos Nº 6 3º B ESO.

lucas salinas dijo...

Había una vez una familia de cinco miembros, eran la madre, el padre, y tres hermanos, el hermano pequeño quería una mascota porque cuando sus hermanos se iban a estudiar este se sentía solo. Cuando fue su cumpleaños estos le regalaron un perro, no se sabían el nombre de la raza de perro, pero si sabían su nombre, Blas.
El padre pertenecía a la guardia civil, y la madre era enfermera, el padre quiso entrenarlo para poder buscar droga en las maletas del aeropuerto, la madre no se opuso. Al cabo de 5 años el perro paseaba con el niño todos los días, eran como uña y carne, el padre se lo llevaba por la mañana para buscar droga como todos los días.
Un día mientras que el niño paseaba con el perro, apareció un hombre y chocó con el niño. Cuando llevaban unos 30 minutos paseando el niño se fue a casa, dejó al perro y habló con unos amigos, abrió la puerta y se fue.
Los padres sin saber a dónde se había ido su hijo con sus amigos oyeron un sonido ensordecedor, fueron corriendo y vio a los amigos gritando y diciendo que faltaba su amigo, los padres no veían a su hijo y empezaron a gritar su nombre. El edificio estaba derrumbado, y era imposible entrar hasta que el perro empezó a olfatear el ambiente y entró en los escombros, al cabo de un rato apareció la cabeza del perro con la chaqueta de su hijo agarrada por los dientes, todas las personas fueron corriendo a ayudarle, sacaron al perro y al niño, todos se preguntaban cómo. El padre cogió a su hijo y vio que había droga en un bolsillo, el perro olfateó la droga y por eso encontró al niño.

Dirguín22 dijo...

Antes de que el perro semihundido intentara salir de su prisión hecha de arena y escombros sin éxito, Jaime y su familia paseaban por una linda playa del sur de España. Su perro iba con ellos. El mar estaba en calma y el cielo despejado. Un ambiente estupendo, hasta que escucharon un silbido.

La bomba impactó sobre los edificios cercanos, haciéndolos añicos mientras partes de ellos caían sobre la familia de Jaime. Otra segunda bomba cayó justo en la orilla, levantando todo el agua hacia el perro aturdido por las explosiones, dejándole inconsciente.

Cuando despertó, se dio cuenta de que no había nadie alrededor, solo cuerpos flotando en el agua, ahora tranquila. El perro estaba atrapado en una prisión de la que no se podía escapar, pero no tenía miedo, porque pronto se reuniría con su tan querida familia, que le esperaban lejos, muy lejos.

Diego Álvarez García 3º E.S.O. B Nº 1

LI dijo...

Si algo qué he querido explicar siempre, es cómo he llegado a estar encajado en un montaña de escombros, irónicamente dicho, pero que no veo escapatoria para salir. ¿Estaré diciendo que me he rendido?, es probable... Empezaré a recordar como llegué aquí, a la vez que me termino de hundir definitivamente en el fondo de la cumbre donde estaba, sumergiéndome en mis pensamientos:

Era un día nublado, las calles estaban cubiertas de nieve, mis amos y yo estábamos de viaje a Asturias para celebrar las navidades con toda la familia. Yo estaba muy nervioso, tenía un mal presentimiento y estaba impaciente para ver a Lola, la perra del hermano de mi dueña. Pero nunca volví a verla, pues el mal presentimiento se convirtió en un accidente de coche en el que murieron todos menos yo.
Así fue cómo me quedé solo por la vida, y empezó mi tormento.
No sabía que hacer así que salí corriendo antes de que llegara la policía, me escondí y esperé hasta que llegó la noche. Tenía mucha hambre y había estado andando un buen rato, los ojos me lloraban sentía tristeza y me puse a aullar a la luna. No sabía que iba a hacer.
Pasaron varios días cuando llegué a la ciudad, en la que más de dos coches casi me atropellan, ¿existía algún psicólogo de perros? eso me hubiera venido bien en ese momento, quién me podía ayudar cuando España estaba muy mal económicamente para querer a un perro grande, peludo y triste como yo.
Terminó por cogerme la perrera, un lugar en el que no querría volver a estar, vi cómo sacrificaban a perros por no haberlos comprado, cómo lloraban por querer un hogar. Por mi suerte, aunque no tanta, alguien me adoptó.
Mi nuevo dueño era una de esas personas que hacían peleas ilegales entre perros a muerte. Me pegaba para intentar volverme agresivo, me amenazaba y cuando me creyó listo me puso en una gran celda en la que se encontraba otro perro enorme que me ladraba y cuando sonó la campana, se tiró a por mi y me mordió el cuello.
Ahora estoy en pasmado, sintiendo cómo me voy lentamente de este mundo. La montaña de escombros no es otra cosa que mis propios problemas y el no saber afrontarlos. Pero ya es tarde, me he hundido. He muerto.


Lidia Herrero

Anónimo dijo...

I
-Mmm – dijo el perro y como todo perro entrando para ver que era- ¡Increible! Es un refugio antibombas nucleares -dijo sorprendido - ¡que guay!
El perro entró, y se le quedo enganchada su pierna en la puerta, lo que hizo, que sin querer, cerrara el refugio. Él asustando pensando que no saldría intentó abrir la puerta pero de repente, bum… una bomba cayó en el mundo dejando toda la superficie sin supervivientes, menos a Él . Entonces consiguió abrir la puerta y se encontró un mundo desolado y dijo:-¡Solo! solo en este mundo, sin nadie que me moleste, sin el estorbo de mi dueño, sin la desgracia de no poder miccionar y defecar donde quiera y pudiendo hacer lo que me dé la gana…-dijo en un estado eufórico.
Acto seguido salió corriendo y se fue a morder zapatillas, comer la carne cruda y en mal estado, romper los deberes, ladrar a las dos de la mañana, y hacer sus necesidades en medio de la calle…
Pero a los dos días, nuestro amigo canino, cansado de hacer travesuras se dio cuenta que necesitaba a alguien que le lanzara la pelota, que le lavara de vez en cuando, que le rascara la tripa, que le acariciara y por último y más importante le faltaba una perrita a la que querer, con la que comer espaguetis juntos y estar a su lado el resto de su vida.
Pablo Monforte Fernández N12 3B ESO

Anónimo dijo...

En cuanto pudo salió de los escombros. Miró a su alrededor, estaba toda la plaza destrozada, las casas derrumbadas... Miró a todos los chicos que él había salvado, eran pocos más o menos siete, pero él se sintió muy orgulloso de haber salvado esas vidas.
Los niños se levantaron y el perro se dio cuenta de que les brillaban los ojos, habían perdido a toda su familia.
Intentaron no llorar pero no lo consiguieron, se abrazaron unos a otros y recordaron las últimas palabras de sus padres antes de bajar a jugar a la plaza. Cuando se fijaron que el perro seguía allí, quieto, y mirándolos uno por uno lo fueron acariciando detrás de las orejas. Más tarde se fue, según dicen los niños a salvar otras vidas


SILVIA CONDE ALCLADE 3ºA Nº6

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Todo ocurrió un soleado día de verano, yo me encontraba paseando felizmente con mi amo por la playa. Èl me lanzaba una pelota a lo lejos y yo iba corriendo a por ella y se la devolvía (siempre ha sido uno de mis juegos favoritos) Seguimos con el juego durante un rato más, hasta que mi dueño, ya cansado del juego decidió que ya era la hora de irnos.
Cuando estábamos caminando de vuelta, ocurrió , primero se oyó un sonido muy fuerte, después todo se volvió oscuro, y por último frio, mucho frio, un fuerte golpe y todo empezó a dar vueltas. Cuando todo paró, yo me encontraba hundido en un montón de tierra y escombros, y todo a mi alrededor estaba destruido . Haciendo un gran esfuerzo me desenterré y fui nadando hasta lo que parecía el tejado de alguna casa, me subí allí y observé a mi alrededor. Lo que vi fue horrible, todas las casas rotas, mar en donde antes había tierra, ni rastro de ninguna persona por allí cerca…
Empecé a ladrar por si alguien me contestaba, pero lo único que oi fue el silencio. Me quedé allí parado pensando qué podía hacer, y decidí que lo mejor era buscar a alguien para que me ayudara a salir de aquí y poder encontrar a mi amo. Me armé de valor y salté al agua, sentí una punzada de dolor al tocarla porque estaba congelada, pero aun así me puse a nadar. Llevaba mucho tiempo nadando, y ya me iba a dar por rendido, cuando de repente lo oi, un gemido, intenté ir lo más rápido que pude al lugar donde procedía el ruido, y allí estaba, subida a un pequeño árbol, una pequeña perra de color negro. La ayudé a salir, pues tenía una pata enganchada en una rama. Me contó que ella se encontraba en su casa cuando ocurrió todo y que al salir del agua se había enganchado con ese árbol. Yo le conté mi historia, y juntos fuimos en busca de alguien que nos pudiera ayudar.
Laura Cantizano Bescós. Nº3.3ºA

Anónimo dijo...

EL PERRO DE GOYA.
Un día como otro, ocurrió un acontecimiento que se salía de mis casillas en comparación con mi vida cotidiana. Nos disponíamos a salir mi amo y yo, pensé que me daría un paseo como todas las mañanas, pero estaba equivocado. Me metió en el coche y nos pusimos en marcha a un lugar desconocido. Me encantaba que mi suave pelo se moviese al compás del viento y sentir el aire chocar contra mis morros cuando sacaba la cabeza por la ventana. Me sentía libre y feliz, como si fuera el rey del mundo pero unos segundos después todo empezó a moverse de una forma descontrolada. Mi amo perdió el control de su coche y ¡BÚM!, se apagó la luz. Todo era oscuridad, una oscuridad que causaba temor. No entendía nada, ¿Qué había pasado?, no tenía ni idea, solo sabía que esa libertad que sentía cuando sacaba el morro por la ventana había desaparecido. Ahora me sentía solo y desolado, ansioso por poder ver la luz. Intentaba hacer lo imposible, quedándome sin fuerzas por salir de aquella oscuridad que me comía por dentro, echaba de menos a mi amo, lo único que se me ocurría hacer era ladrar y ladrar sucesivamente. De pronto apareció una luz, acto seguido oí a mi querido amo pidiendo auxilio, no dude un segundo y avancé lo más rápido que pude hacia la luz. Lo conseguí, había atravesado numerosos escombros surgidos por aquel horrible acontecimiento y ayudé en todo lo que pude, me sentía feliz al ver que mi amo estaba a salvo.
Sofía Sánchez García 3ºA Nº20

Anónimo dijo...

Vivo en Madrid, en un piso del centro. Paula y Luis son mis padres, soy una adolescente, bueno, mejor dicho de 15 años, a esa edad no saben si calificarme de niña o de mujercita, así que pensad lo que queráis, yo simplemente creo que soy lo que soy. La historia que os voy a contar hoy fue un sueño que se fue completando durante varias noches. Pronto iba a ser mi cumpleaños y no paraba de insistir y suplicar a mis padres por un perro. En mi sueño están involucrados todos, mis padres, mi casa, mi hermano mayor Lucas y mi hermanito pequeño Álvaro. Lucas tiene 20 años y va a la universidad, pero sigue viviendo en casa y Álvaro tiene 9 para 10.
Adoptamos a Romeo, un labrador marrón de una perrera, al que llamé así porque yo me llamo Julia y me hizo gracia el nombre. Su acogida en casa fue genial, le compramos una camita, comida, juguetes… Y se instaló en mi cuarto, yo realmente deseaba un perro, y ese fue el mejor regalo de cumpleaños posible. Lo sacábamos a pasear entre los tres, Álvaro cogió mucho cariño a Romeo, y poco a poco le íbamos enseñando las normas básicas, era muy dócil y cariñoso. Pero empezaron mis exámenes, cada día tenía menos tiempo, y empecé a salir con un chico, entre eso y mis amigas… dejé de tener tiempo, pero bueno, Álvaro no podía sacarlo, ya que Lucas tenía aún menos tiempo que yo con los exámenes de su carrera. Mi madre a veces podía acompañarle, porque al tener solo 9 años no le dejaban salir solo, y mi padre trabajaba mucho y lo último que quería hacer era salir a pasearle. Pero el pobre perro no tenía la culpa de ello, y entonces tuve que estudiar menos y casi ni salir para poder darle los paseos que necesitaba, cosa que me estresaba mucho y a veces lo pagaba con el perro, el cual me quería. Yo lo hacía inconscientemente, tenía un gran estrés con los exámenes, casi no dormía por las noches y las peleas con los amigos y mi novio no ayudaban en nada. En esta parte del sueño queridos amigos, me pasa algo realmente extraño, mis recuerdos pasan a ser los pensamientos del perro, como una especie de diario y lo veo todo a través de él, así os lo relataré.
Julia estaba muy estresada, pobre, no tenía tiempo para jugar e intentaba sacar tiempo para pasearme, en realidad tiene un gran corazón, pero hasta que se calme, jugaré con Álvaro, que es muy divertido también. En Madrid todo el mundo tiene prisa, cuando me sacan veo a las personas corriendo, mirando sus relojes, los coches en la calle no paran de pitar y la gente se grita entre sí. En casa es igual, todo el mundo tiene obligaciones y un tiempo muy marcado para hacerlas, además, por la mañana desaparecen y no llegan hasta tarde. Eso no me gusta, no les entiendo, me dan dolor de cabeza. Llevamos meses así, creo que me estoy volviendo loco, les quiero mucho, pero me gustaría vivir en un sitio tranquilo. Me encuentro un poco mal, me han llevado al médico y creo que he oído que tengo algo grave, no hace falta que me lo digan, lo sé. He decidido algo, me voy de aquí, voy a pasar mis últimos días. Ayer me despedí de ellos, les lamí la cara y les di las gracias aunque no me entendieran, nunca les olvidaré, a pesar de todo, les quiero mucho. Llevo caminando dos días y todavía no llego a ningún sitio tranquilo, hay personas que me miran mal, otras intentan atraparme. No tengo hambre, la gente tira mucha comida. Por fin, tras una semana de caminar, he llegado a un sitio donde no hay casas ni gente, estoy agotado, me duele mucho todo. A lo dejos veo una colina, desierta, es perfecta para mi, para mi silencio, para descansar en paz.
Julia Salafranca Gómez nº18 3ºA

Virginia de Francisco dijo...

3 horas antes seguía atrapado en el barro, y por mucho que haya intentado que alguien escuchase sus ladridos, no lo había conseguido. Pensaba: solo soy un perro que ha huido de casa para conocer un mundo desconocido; pero por mucho que lo pensara no conseguiría salir de allí. Louis entro en casa y saludó a su madre con un gesto con la mano, parecía cansado, pensó su madre.
2 horas antes a aquel pobre perro ya no se le veían las patas, solo se le veían las lágrimas que le caían de aquellos tristes ojos marrones. Louis se puso a estudiar en su cuarto, miro por la ventana que tenía a su lado derecho con vistas hacia el campo y pensó: hace un día maravilloso como para quedarse sentado sin hacer nada cuando puedes salir a pasear por un campo en el que se encuentran miles de flores de colores que desprenden un olor embriagador.
1 hora antes al perro solo se le veía la cabeza con las mismas lágrimas que hace una hora le surgieron de su interior, ya no sabía si iba a morir, se quedaría así para siempre o alguien le rescataría a tiempo. Se decidió a salir de su casa en dirección al campo en busca de esa fragancia embriagadora, de repente escucho un sonido que le resulto familiar a la vez que extraño, era como si alguien gimiese, así que fue en busca de aquel gemido que le tenía tan intrigado.
5 minutos antes solo se le veían los ojos, estaba muy nervioso, temía por su vida, hasta que disipo una sombra a lo lejos y pensó: puede que sea el señor que me lleva con él al paraíso, pero también puede ser mi ángel de la gurda que viene a salvarme. Louis vio algo entre el barro, parecía un animal, hundido, desolado, así que fue en su rescate.
En efecto era su ángel de la guarda, un niño de unos 17 años con cara de pena que le cogió en brazos y le consoló como si fuera un niño al que le acaban de quitar un caramelo. Pensó que ya no se separaría de aquel ángel que le había salvado la vida, y así fue, nunca en la vida se separó de él.
Virginia de Francisco
3º ESO A Nº 10

Anónimo dijo...

EL PERRO DE GOYA


En un pueblo perdido en la montaña, de esos en los que los gatos y los perros van por las calles libres pareciendo que no tienen dueño, habita en una casa ni muy grande ni muy pequeña, una familia, los Marquéz.
Los Rufo tenían un extraño perro que siempre estaba jugando con los gatos en vez con los perros, esto a todos los habitantes del pueblo les extrañaba puesto que a pesar de ser un perro pequeño y con unos kilos de más, era capaz de subirse a cualquier lugar si sufrir gran magulladuras.
El extraño perro se llamaba Fermín, era pequeño y con unos cuantos kilos demás, gris y negro, con unos ojos grandes color pardo y en vez ladrar emitía un sonido entre un ladrido y un maullido, puesto que al no haber estado rodeado casi de perros no sabía muy bien como ladrar. A pesar de tener un hogar donde le alimentaban, él comía todo lo que pillaba en el bar de la plaza, casas donde era bienvenido,…
Sus dueños tuvieron que ir una semana a la ciudad por cuestiones familiares no pudieron llevarse a Fermín así que me le dejaron en el pueblo a merced de los gatos y la buena gente que le diera algo de comer y beber.
El pobre perro estaba acostumbrado a acercarse a la casa cuando no le veían a comer la carne que le dejaban y en casos extremos el pienso, pero esta noche sería diferente, no tendría ni su carne ni su cama para dormir resguardado de las bajas temperaturas.
Desesperado se fue con los gatos para dormir con ellos. El grupo de animales decidió que lo mejor sería ir a dormir al viejo granero donde suele haber alimañas que comer y además esta cubierto, aunque no es muy seguro estar ayer si eres un perro con unos cuantos kilos demás puesto que las maderas están podridas.
La noche transcurrió todo lo bien que podía transcurrir, comieron unos cuantos ratones de campo. Cuando llego la hora de irse a dormir todos lo gatos subieron al piso de arriba y Fermín no iba a ser menos y también subió según comenzó a subir la maderas empezaron a crujir y cuando ya estaba arriba con sus aproximadamente veinte amigos el piso se derrumbó haciendo que Fermín se quedará atrapado entre los cascotes viejo granero.
A la mañana siguiente uno de los vecinos descubrió al pobre perro atrapado entre los escombros, intentó salvarlo dándole agua y comida, pero ya era demasiado tarde y el hombre se dio cuenta así que se sentó a su lado y comenzó a acariciarle hasta que le llegará el momento de emprender el largo camino hacia el otro mundo o de reencarnarse en lo que siempre había querido ser, un gato libre.
Cuando sus dueños regresaron preguntando por el pequeño Fermín, todos los vecinos les condujeron a un prado cerca del río lleno de flores y mariposas, para mostrarles donde habían decidido enterrar a Fermín el Perro-Gato de pueblo.


Autora: Eva Luna Lara López
Clase: 3ºA
Número de lista: 12

Anónimo dijo...

EL PERRO DE GOYA


En un pueblo perdido en la montaña, de esos en los que los gatos y los perros van por las calles libres pareciendo que no tienen dueño, habita en una casa ni muy grande ni muy pequeña, una familia, los Marquéz.
Los Rufo tenían un extraño perro que siempre estaba jugando con los gatos en vez con los perros, esto a todos los habitantes del pueblo les extrañaba puesto que a pesar de ser un perro pequeño y con unos kilos de más, era capaz de subirse a cualquier lugar si sufrir gran magulladuras.
El extraño perro se llamaba Fermín, era pequeño y con unos cuantos kilos demás, gris y negro, con unos ojos grandes color pardo y en vez ladrar emitía un sonido entre un ladrido y un maullido, puesto que al no haber estado rodeado casi de perros no sabía muy bien como ladrar. A pesar de tener un hogar donde le alimentaban, él comía todo lo que pillaba en el bar de la plaza, casas donde era bienvenido,…
Sus dueños tuvieron que ir una semana a la ciudad por cuestiones familiares no pudieron llevarse a Fermín así que me le dejaron en el pueblo a merced de los gatos y la buena gente que le diera algo de comer y beber.
El pobre perro estaba acostumbrado a acercarse a la casa cuando no le veían a comer la carne que le dejaban y en casos extremos el pienso, pero esta noche sería diferente, no tendría ni su carne ni su cama para dormir resguardado de las bajas temperaturas.
Desesperado se fue con los gatos para dormir con ellos. El grupo de animales decidió que lo mejor sería ir a dormir al viejo granero donde suele haber alimañas que comer y además esta cubierto, aunque no es muy seguro estar ayer si eres un perro con unos cuantos kilos demás puesto que las maderas están podridas.
La noche transcurrió todo lo bien que podía transcurrir, comieron unos cuantos ratones de campo. Cuando llego la hora de irse a dormir todos lo gatos subieron al piso de arriba y Fermín no iba a ser menos y también subió según comenzó a subir la maderas empezaron a crujir y cuando ya estaba arriba con sus aproximadamente veinte amigos el piso se derrumbó haciendo que Fermín se quedará atrapado entre los cascotes viejo granero.
A la mañana siguiente uno de los vecinos descubrió al pobre perro atrapado entre los escombros, intentó salvarlo dándole agua y comida, pero ya era demasiado tarde y el hombre se dio cuenta así que se sentó a su lado y comenzó a acariciarle hasta que le llegará el momento de emprender el largo camino hacia el otro mundo o de reencarnarse en lo que siempre había querido ser, un gato libre.
Cuando sus dueños regresaron preguntando por el pequeño Fermín, todos los vecinos les condujeron a un prado cerca del río lleno de flores y mariposas, para mostrarles donde habían decidido enterrar a Fermín el Perro-Gato de pueblo.


Autora: Eva Luna Lara López
Clase: 3ºA
Número de lista: 12

Anónimo dijo...

BREAKER, EL PERRO SUPERVIVIENTE


Esta es la historia del superviviente en el tsunami de Tailandia. Un día Breaker, un perro que vivía con su familia en Madrid, se fue de vacaciones con sus amos a Tailandia, estuvieron en la playa, de turismo por la zona, etc. Cuando un día por la mañana pronto, al levantarse para ir a la playa empezó a notar algo raro…Breaker se asustó y fue en busca de sus amos pero cuando salió de la habitación algo terrible sucedió. Vio venir una ola gigante hacia él, entonces corrió lo más que pudo, hasta llegar a la piscina del hotel y poder refugiarse mejor del tsunami. Cuando acabó todo, Breaker fue en busca de sus amos, pero era muy difícil, todo estaba inundado y era imposible andar. Entonces estuvo nadando horas y horas hasta que finalmente llegó a tierra firme, pero nunca llegó a encontrar a sus amos.


Natalia Uyá Morcillo 3ºA nº21

Anónimo dijo...


El Perro Semihundido.
Goya.
Era mi primera mascota, tierna como la que más y siempre contenta, movía la cola como si fuese la más feliz del mundo. Cuando cumplió los ocho años la tuvimos que dar a otra familia ya que no podía encargarme de ella, después de eso no supe mucho de ella, de Lola, pero justo hace dos días recibí una carta de sus cuidadores. Lola se había escapado.
Nada más recibir la noticia fui en su busca por todos los sitios en los cuales creí que podía estar, pero no hubo suerte. Pensé en la última vez que la vi. Estaba asustada por no saber a dónde iba, no movía la cola, y eso no era bueno. Me despedí de ella con las lágrimas en los ojos, nadie te dice que cuando te regalan una mascota te acabas “enamorando” de ella. Ahora volverá a estar asustada y sola, igual que yo cuando la dejé. Recordé todos los momentos posibles para tener alguna pista sobre dónde podría estar pero no conseguí nada. No podía pensar con claridad sabiendo que Lola no estaba a salvo. No tenía forma alguna de asegurarme que ella estaba viva.
Mi mayor temor era que la hubieran raptado, era un Pastor Alemán precioso y de gran tamaño, con las patas fuertes y el morro oscuro, su pelo era de un color brillante, era un magnífico ejemplar… Mi segunda preocupación era que no tuviera comida ni supiera dónde estaba, por lo menos, si la hubieran secuestrado para conseguir crías, estaría siendo cuidada, ese era mi consuelo. Pensé en los sitios a los que le gustaba ir, el bosque, el parque para perros, la casa del lago… ¡Exacto! La casa del lago, claro, debía estar allí, imaginé a la pobre recostada sobre el felpudo, llamando a la puerta a base de llantos y arañazos, y se me partió el corazón.
Creo que nunca nadie había cogido el coche tan rápido como yo, salí volando de mi casa, arranqué el Nissan negro de mi padre y apreté el acelerador, después del sofoco que había pasado necesitaba desinhibirme, disfrutar del aire frío que hacía revolotear mis cabellos, sintiendo la velocidad… Giré en el camino de la izquierda y vi la casa desde la carretera, “-Ya estoy aquí, cariño, no temas.”- Pensé aliviada al ver la verja abierta y unas cuantas huellas de perro en la entrada embarrada por las lluvias, no pude evitar sonreír al ver que había acertado, hasta que salí del coche y vi que no solo la puerta estaba abierta, sino que el pasillo que llevaba al lago y que estaba cerrado por una serie de piedras colocadas en serie formando una pirámide estaba destrozado, en el suelo… En ese momento sentí una punzada y al mirar al agua pude ver algunas burbujas que subían desde el fondo oscuro, Lola estaba en lo más profundo luchando por salir a la superficie, no podía verla con claridad, no solo porque estaba bajo un agua fangosa sino porque las lágrimas caían estrepitosamente cual perlas por mis mejillas. Instintivamente me lancé al agua para salvarla y tiré de ella como pude para llevarla a tierra firme, y cuando la tuve entre mis brazos, sentadas en el coche directas al veterinario, me sentí llena, después de haberla perdido y de haberla visto semihundida, ahora, la tenía conmigo.
Cristina Sambartolomé 3ºA nº19

Unknown dijo...

El perro de Goya
Mafalda, una niña de seis años, pidió a los Reyes Magos un perrito, en concreto un dálmata con el que poder jugar y divertirse. Su deseo se hizo realidad.
Todas las tardes la niña paseaba con su perro Cuzcuz por los alrededores de su casa, y así durante años. Una tarde de verano, Cuzcuz salió corriendo dejando a su ama atrás. La pobre Mafalda le siguió, cuando ya creía que le había perdido, lo encontró ladrando hacia un estanque embarrado. Mafalda observó detenidamente que había algo moviéndose en medio del estanque, era un pequeño gatito que se estaba ahogando. De pronto vio a Cuzcuz que se adentraba dentro del barro intentando ir en busca de aquel animal. Cuzcuz llegó a la orilla con la cría de gato entre sus dientes y la dejó a salvo. Cuando él se dispuso a salir, empezó a tener dificultad para moverse y se hundía lentamente. Mafalda asustada pidió ayuda y unos jardineros que estaban por la zona acudieron a su llamada. Estos se hicieron con una rama y la engancharon al collar del perro, fueron tirando poco a poco hasta que sacaron al embarrado animal. Mafalda cogió a los dos animales y les dio un buen abrazo sin importarle que se manchara ella también. La niña les dio las gracias a los jardineros y se fue a su casa a dar un buen baño a los animales.
Así fue como su pequeño Cuzcuz creció hasta convertirse en un héroe.
ELENA SACRISTÁN PULIDO 3º A

Anónimo dijo...

El perro semihundido

El perro era ya muy viejo, pero a pesar de eso seguía ayudando a la gente en lo que fuese y como pudiese.
Desde el día en que su amo murió decidió ayudar a todo el mundo que lo necesitase. Esta decisión se debió a que su amo era un hombre pobre al que nadie ayudaba, así que el perro la tomo para que nadie sufriese como lo había hecho su amo.
El perro vagaba por el desierto, desde que ayudo a la última persona y dejo la ciudad para dirigirse a otra. La siguiente cuidad se encontraba a tres horas a través del desierto, el perro se aventuró y camino durante media hora. Cuando paro a descansar, notó una suave brisa y se preocupó, era por la tarde y estaba en el desierto, una suave brisa era poco habitual en esas condiciones. Siguió caminando y cuando alcanzó la hora caminando escuchó un ruido muy fuerte y noto un fuerte viento. El perro se temió lo peor, se subió a una duna para ver lo que era, y efectivamente era lo que él pensaba, una tormenta de arena. Pensó en huir, pero ya era demasiado tarde, la tenía encima. El perro estaba luchando por salir mientras iba siendo sepultado poco a poco por la tierra hasta que supo que ya era el fin.
Gonzalo Rojas 3ºA

Anónimo dijo...

No hace mucho tiempo sucedió un hecho increíble. Después de comer, Jaime y Ricardo decidieron salir con su perro Rex a jugar con la pelota. Sus padres les avisaron de que tuvieran mucho cuidado porque al lado estaban haciendo obras para poner unos columpios nuevos. A los tres les encantaba jugar con la pelota. De repente Rex se puso a ladrar cada vez más rápido, los niños pensaban que se lo estaba pasando bien, pero entonces se escuchó un ruido muy fuerte, los niños asustados no sabían qué hacer, una montaña de arena se empezó a deslizar llevándose todo a su paso. Estando los tres bajo la tierra Rex empezó a cavar para intentar salir, pero con su pata herida solo pudo sacar la cabeza. Entonces empezó a ladrar con todas sus fuerzas y, asustados, llegaron dos obreros que estaban cerca, no sabían qué estaba pasando pero reaccionaron rápido e intentaron sacar al perro. Rex no quería salir, solo excavaba a su lado, intentando buscar algo. Finalmente, los obreros lo entendieron todo, escucharon a dos niños llorar. Pidiendo ayuda a un vecino cercano para que llamase a los bomberos, los obreros empezaron a cavar con sus palas. En cinco minutos llegaron los bomberos que se unieron junto a los obreros a cavar. Entonces la pala de un bombero golpeó algo, la tierra también había arrastrado unos tablones cercanos, creando así una especie de burbuja protectora para los niños que se encontraban debajo. Aliviados consiguieron sacarlos sanos y salvos.
LUIS JESÚS CEPEDA CAPEROS 3º ESO A